1º Diferenciar entre un bulo y una realidad.
Entendemos perfectamente la preocupación que puede abordarnos al recibir una foto por WhatsApp o un post en Instagram o Facebook denunciando la situación en la que vive un animal pero en algunas ocasiones, no en todas, se trata de situaciones pasadas de hace muchos años en las que ya hubo una intervención policial.
No saturar con denuncias a los cuerpos de seguridad del estado es muy importante porque les permite actuar cuando de verdad es necesario. Lo demás es gastar medios en un país como el nuestro, en el que son muy limitados.
2º Difundir no es denunciar.
Publicar en las redes un caso, tampoco lo es. Es cierto que puede ayudar en determinados momentos y animar a actuar a las autoridades cuando, pese a conocer el caso, no han hecho nada. Sin embargo, antes que apoyarnos en las redes, debemos acudir a los cauces oficiales. No es complicado hacerlo. Un email enviado a tiempo, usar las distintas aplicaciones creadas específicamente por la policía para ello, o usar los sistemas clásicos y habituales, es decir, personarse ante el ayuntamiento o ante la guardia civil o la policía y explicar los hechos, es más que suficiente y no requiere un gran esfuerzo.
3º Si te decides a denunciar por la gravedad de lo que estás observando, recoge todos los datos posibles.
Obtén la localización exacta de donde se producen los hechos y recoge todas las pruebas que, sin saltarte la ley, puedas obtener, fotos y videos incluidos. Con toda esa información, denuncia con nombres y apellidos, y si tienes miedo a que tus datos puedan ser pasados al denunciado, hazlo saber en la denuncia.