Cada vez más ayuntamientos de España aprueban por acuerdo de sus respectivos plenos, declararse ciudades respetuosas con los animales.
Evidentemente, se trata sólo de algo simbólico que, unas veces bajo la denominación de municipio “Pet Friendly”, y otras bajo el nombre de ciudades garantes de los derechos de los animales, les posiciona como municipios en los que los animales son bien recibidos, bien tratados y en los que se les respeta como merecen. Es un primer paso. Significa que los animales cobran importancia y que desde la política se les coloca en el lugar que se merecen.
Sin embargo, debemos recordar algunos aspectos que deben acompañar a esas declaraciones para que no queden en nada. Entre otras cosas, las mismas deberían llevar aparejadas una mayor permisibilidad en cuanto al acceso de los animales a los medios de transporte público, una mayor oferta de hoteles u otros alojamientos turísticos que admitan entre sus huéspedes a animales y una mayor lista de establecimientos abiertos al público que no se opongan a la entrada de éstos.
También es importante que cuenten con departamentos en sus administraciones dedicados a desarrollar políticas de protección animal que, desde el respeto, el consenso y el sentido común, trabajen para promover una actitud respetuosa hacia ellos en la ciudadanía a todos los niveles. Esto es muy importante. Tiene que haber equilibrio en sus actuaciones, huyendo de enfrentamientos y buscando siempre el acuerdo a todos los niveles, tanto en cuanto a la responsabilidad en la tenencia de un animal, a las colonias de gatos y a la protección de los animales abandonados que puedan aparecer en las ciudades.
Todas esas cuestiones y muchas otras son fundamentales en este tipo de ciudades y deben definirse claramente. No se trata de realizar simplemente una declaración institucional un día y olvidarse al día siguiente. Consiste en desarrollar programas y modelos que, a diario, pongan en valor la importancia de los animales y de su compañía sin ofender a nadie y siempre desde el respeto.